Serendipia es estar siempre abiertos a recibir magia.
Algunas reflexiones de mi viaje a los antiguos templos romanos.
Muchas personas todavía tienen la falsa creencia de que para mantenernos conectados al momento presente tenemos que estar meditando todo el día o aislados en una montaña sin distracciones.
Ya esto se ha venido desmitificando poco a poco desde que comenzamos a introducir el mindfulness en la cultura occidental, nos hemos ido familiarizando (e identificando) cada vez más con un estilo de vida más pausado (sin rush, más saludable, con trabajo remoto, con más tiempo de ocio) y con la meta de tener un sistema nervioso calmado.
¿Sabes lo que pasa cuando nuestro sistema nervioso se relaja? Nos brinda un montón de claridad, lo nos da la oportunidad de comenzar a apreciar todo lo que nos rodea: emociones, sensaciones, situaciones, detalles y relaciones.
Este estado en el que prestamos atención plena a nuestro ser y a nuestro entorno, se llama Awareness (conciencia) y es algo que podemos practicar constantemente; es como si te quitaras unos lentes que estaban muy empañados para comenzar a ver todo con mucha nitidez.
Con la práctica de la atención plena aprendemos a desarrollar nuestra capacidad de agradecer y también aprendemos sobre el merecimiento (merezco recibir todo lo bueno y bonito que la vida tiene para ofrecerme).
Una vez nos hacemos conscientes de que tenemos el derecho (cósmico) de recibir constantemente cosas maravillosas, partiendo del punto de que somos CREADORES y OBRADORES de la mejor realidad posible para nosotros, comenzamos a vivir cada día abiert@s a los regalos del universo.
SERENDIPIA significa descubrir algo por accidente o intuición, para mí es un concepto que lo resume todo estupendamente: vivir con apertura, conectad@ a tu intuición y dejando que la vida te sorprenda.
Hace unos días hice un viaje a una antigua ciudad romana, Mérida, la cual fue construida en el año 25 AC y tiene algunas de las ruinas romanas mejor conservadas en todo el mundo.
Para mí siempre ha sido importante viajar a lugares antiguos, repletos de historia, porque creo que su magnificencia nos muestra la energía creativa y la fuerza espiritual / magia con la que fueron construidos. Y la verdad es algo que se percibe desde el primer momento en el que te encuentras con cada uno de esos espacios sagrados, se te eriza la piel y sientes que viajas en el tiempo.
Conectar con la cultura de civilizaciones tan antiguas te da la oportunidad de aprender un poco más sobre tus orígenes (los de la humanidad), de aprender sobre tus ancestros y de entender el camino que trazaron millones de individuos para que hoy todos pudiésemos estar aquí. Entiendes que eres parte de algo infinitamente más grande que tú, también te ayuda a profundizar en tu conexión contigo.
Desde el momento en el que me subí al tren, mientras estaba sentada en mi asiento, hice una pequeña meditación de visualización y decreté ante mis guías y maestros universales que estaba abierta a recibir todo lo bueno que este viaje ya tenía preparado para mí.
Y me dejó MUCHAS enseñanzas valiosas. Conecté con creaciones asombrosas, comencé mi camino de sanación sobre el ciclo de la vida y la muerte, aprendí sobre técnicas de creación ancestrales, profundicé en el seguimiento de mi propósito, dejé ir muchas cosas que ya no eran viables para mí, abrí un poco más el tercer ojo para ver mucho más allá de lo evidente. Hubo mucha introspección durante todo el viaje.
Y me di cuenta de que las posibilidades de creación -y destrucción- son infinitas.
Probablemente nada de esto hubiese sucedido si no existiese la apertura y la decisión de experimentar plenamente cada momento, cada comida, cada visita a los templos y ruinas, buscando las pistas que el universo tenía para mostrarme.
Porque las pistas y los mensajes SIEMPRE están. Queda de parte de cada uno de nosotros cultivar la apertura y la curiosidad para captarlas.
Si alguna vez dudas o quieres confirmar si vas por buen camino, mira a tu alrededor, las señales están por todos lados.